¿Quién carajo me va a creer? Cuarenta años después, la voz de Jaime suena en el teléfono, con ese tono de paisano chaqueño que nunca lo abandonó: "Después de fugarme, ya en frío, guardado en el Seminario Mayor de Paraguay, protegido por el Arzobispo de Asunción, empezaba a recorrer lo que hice… me preguntaba ¿quién carajo me va a creer esto?, esto es medio infantil… parece la invención de un estúpido… habría que contar algo más de cowboy, más interesante, pero después dije, no, yo voy a contar la verdad tal cual fue".
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